miércoles, 5 de abril de 2017

Pros y contras de la posesión demoníaca.

Pros.

Aprendes nuevos idiomas: de pronto las barreras del idioma desaparecen y eres capaz de hablar lenguas antiguas con fluidez. Hasta te das el lujo de hablar al revés e incluso sostener pláticas coherentes como si fueras legión. No hablemos ya del dominio del lenguaje soez.

Habilidades extraordinarias: puedes levitar, aguantar días sin comer ni tomar agua, mover objetos sin tocarlos (telequinesis) y leer mentes (telepatía). Además de una flexibilidad que ya hubiese querido Van Damme en sus días de plenitud. De hecho logras contorsiones jamás vistas en ningún circo. Charles Xavier no dudaría en reclutarte para sus X-Men.

Las personas te temen: notas que evitan acercarse a ti. Te hablan con un respeto que no te hubieran tenido ni ganando un premio Nobel. Y si enmudecen ante tu presencia es porque ésta les impone. Te respetan por lo que eres, por lo que llevas dentro. No por tu dinero, profesión, posición social, etc.

Contras.

Acoso religioso: tu familia y amigos contratarán un reverendo que recitará pasajes bíblicos y letanías de expulsión para que tus demonios se vayan. Un asedio constante llevado al extremo al cual los demons terminan cediendo no por temor a Dios sino porque la religión acatarra.

Descuido y falta de aseo personal: días sin peinarte, bañarte, lavarte los dientes, cortarte las uñas o ir al baño como la gente civilizada. Una vez concluida la posesión dedicarás mucho tiempo a la reconstrucción de tu imagen personal. Y no olvides comprar un nuevo colchón.

Auto-flagelación: infringirse daño uno mismo con cortadas que dejarán cicatriz, huesos rotos o articulaciones que causarán dolencias permanentes. Todo ello consecuencia de llevar las capacidades físicas al máximo. Tan pronto recuperes control de tu cuerpo tendrás que ir a rehabilitación.