sábado, 29 de agosto de 2015

Chiquidrácula (1985).

En los 80's el cine mexicano glorificaba la miseria y la esbozaba como una condición inalterable a la que había que resignarse. Los personajes deambulaban sin propósito ni aspiraciones, regodeándose en su estancamiento. En ese contexto, Carlitos (el niño protagonista) es un artífice de la maldad que se finge inocente mientras explora todos los aspectos del crimen en medida de su alcance. 

Rompe el vidrio de una licorería en defensa de su tío alcohólico: vandalismo y daño a propiedad ajena. Irrumpe una sesión de AA con un 'stand-up' improvisado y políticamente incorrecto: autoritarismo y frivolización de una enfermedad. Toma las flores de un vendedor para camuflarse y acceder a un elevador cuyo responsable no admite niños: robo y quebranto de reglas. Se asocia con un merolico para vender un inocuo jarabe 'cura-todo': fraude y delincuencia organizada. Se independiza del merolico creando su propia fórmula cura-todo: charlatanería y desmesura. 

La violencia entre niños es constante, sino es que la única forma de interacción. 'Te voy a poner parejo', dicen como preámbulo a una escena de abuso. La dinámica es ser depredador o presa, lo que transmite el mensaje de que es mejor hacer de matón porque solo hay otra opción, que es ser niño-barco.

Chiquidrácula aparece solo al final para sembrar pánico en el barrio, pero se ensaña con su abuelo al que, con tal de hacerlo dejar el vicio, lo muerde y le dice que la mordedura contiene un virus letal que se activará en cuanto ingiera alcohol. Quizá las intenciones de Chiquidrácula sean buenas pero sus métodos son siempre cuestionables.

Carlitos anda esparciendo el mal pero logra pasar desapercibido en su ir y venir de travesuras. Su proceder no mejora el mundo; intenta ser chistoso mientras arrastra a los que puede consigo a la perdición. El tono del filme es más humor negro que infantil: el alcoholismo que consume a un viejo y un niño que quiere 'curarlo' con ocurrencias. Una tragedia disfrazada de comedia, lamentable e incómoda de ver.

lunes, 1 de junio de 2015

Sex and the City, temporada 1.

Una serie que no vi en su momento pero que recientemente he tenido oportunidad de ver. Muy suscintamente, trata de un grupo de amigas (la mayoría rondan los 30 años) que viven en New York y cuya protagonista nos narra las complejidades y sinsabores que las mujeres enfrentan en sus relaciones con los hombres. La serie me intriga porque, desde mi (siempre subjetivo) punto de vista, tiene aciertos pero también muchos prejuicios contra el hombre que, aunque corresponden a la ficción (la serie exagera los estereotipos) me gustaría matizar con fines puramente recreativos.

Así que intentaré un resumen de la primera temporada abordando los puntos interesantes en los comentarios de esta misma entrada a fin de agilizar la lectura. También omitiré reseñar cada capítulo asumiendo que el lector ya ha visto la serie. Y como escribiré al vuelo, no repararé mucho en la forma o estilo, tan solo en darme a entender, lo que implica ser trivial, escueto o redundante.


PD: la imagen que ilustra esta entrada no corresponde a la serie, pero me parece muy adecuada ya que la chica va orgullosa de ser mujer... paseando su sexo en la ciudad.

viernes, 29 de mayo de 2015

Smallville: alguien sálveme de este bodrio.

Esta serie, además de pésima, fue un timo. Se basaba en la premisa de ver cómo Clark Kent llegaba a convertirse en Superman. El engaño consistió en anunciar esa transición cada fin de temporada: transición que nunca se concretaba pero a la que se aludía con referencias al símbolo, al uniforme, al legado kriptoniano.

Con esas migajas engancharon una década a un público cansado de las cursilerías de Tom Welling y ansioso de verlo enfundado en el azul y rojo del traje. Público al que le vieron la cara con historias cada vez más inverosímiles, romances bobos y un abuso de "deus ex machina" descarado.

Lo mejor que esta mediocre serie tuvo fueron esos duelos intelectuales entre los Luthor; esa era la única parte que consideraba la agudeza del espectador. El resto estaba escrito para lelos.

Las últimas temporadas se mantuvo a flote por la mera expectativa (ver a Superman; ya era absurdo tanto ir y venir por la Fortaleza de la Soledad sin que aquél apareciera) que devino en algo decepcionante: un par de tomas del superhéroe, ambas breves y poco emocionantes por capricho del actor.


Eso fue Smallville: un largo ensayo sobre cómo timar al televidente. Espero lo hayan disfrutado.