viernes, 15 de noviembre de 2019

Terminator Dark Fate.

Terminator Dark Fate retoma la historia desde Terminator 2. Intenta ser la secuela oficial omitiendo películas posteriores. No le falta acción y es entretenida. Muchas secuencias son déjà vu de las ya vistas en Terminator 1 y 2, plagio aprobado por el propio James Cameron. La película se enfoca mucho en la reivindicación del poder femenino.

Una de las mejores formas de vender algo es transmitirlo como algo íntegro al personaje, sin evidenciarlo grotescamente. Originalmente, Sarah Connor se torna badass para proteger a John, no para demostrar lo “empoderada” que está. Su fortaleza nace del amor por su hijo, no de una impostura ideológica. Reinventada desde el feminismo, es inhumana, hueca e idiota.

El otro personaje, Grace, es peor: sólo le falta mascar y escupir tabaco. Más que guerrera, se comporta como camionero. Es extraño que una película que pretende glorificar a la mujer, le añada exageradas características masculinas a los personajes femeninos. Quiere volverlas más hombres que un hombre.

Los realizadores ya deberían notar que las feminazis a quienes dedican sus productos no suelen consumirlos. Ellas no pagan una entrada, sólo se cercioran de que tal o cual película se ajuste a su narrativa, pero no la ven. Así que el principal target no consume estos bodrios. Y como de antemano el sector que podría consumirlos ha sido excluido (hombres y mujeres racionales y fans old school) son productos que básicamente nacen muertos.

El feminismo racional es necesario. El problema es el radical que quiere, literalmente, castrarnos a todos. Hiede a sociopatía. No está mal que haya panfletos feministas disfrazados de película, pero que se quiera encapsular el cine entero dentro de la ideología ya comienza a parecer adoctrinamiento.