domingo, 30 de noviembre de 2014

Zeitgeist literario 2014.

Recuento pobre y austero que, dadas las circunstancias capitulo antes que termine el año.

Abril:
"Rebelión en la granja". George Orwell.

Julio:
"Alicia en el país de las maravillas". Lewis Carroll.

"Memoria de mis putas tristes". Gabriel García Marquez.

Agosto:
"Curso acelerado de ateísmo". Antonio López Campillo/Juan Ignacio Ferreras.

Septiembre:
"¿Por qué no soy cristiano?". Bertrand Russell.

"Manual de Epícteto".

"Tao Te King". Lao Tsé.

Y eso es todo. No debería preocuparme la cantidad sino la calidad. Lo poco que leí fue gratificante, sobre todo "Curso acelerado de ateísmo" y los lúcidos ensayos de Bertrand Russell en "¿Por qué no soy cristiano?". "Rebelión en la granja" no me causó tanta impresión pero lo volvería a leer. "Alicia" y "Tao Te King", prescindibles. De "Epícteto" siento que algo tiene de rescatable. "Memoria de mis putas tristes" me gustó bastante.

He de decir a mi favor que compensé mi régimen literario con bastantes entradas y artículos de blog.

Fue un año disperso, de poca concentración. El contexto inmediato no me fue tan favorable como el año anterior, y no pude enfrascarme en la lectura como me fascina hacer siempre que puedo.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Filosofía en la Red: Esa molesta 'espiritualidad'

En este blog he escrito bastantes entradas de tono "místico" pero me encuentro en un proceso en que lo estoy abandonando por una actitud más crítica.

El artículo que enlazo resume perfecto mi postura actual con respecto a la llamada espiritualidad:

Esa molesta "espiritualidad".

sábado, 25 de octubre de 2014

Autoestima.

Leía un artículo sobre el tema (http://habilidadsocial.com/como-subir-la-autoestima/) que suscitó algunas ideas.

Cierto, repetirse afirmaciones frente al espejo es auto-engaño. Pero reemplazar el espejo buscando la confirmación de terceros también establece una base endeble. Hay algo de abyecto en que nuestro estado interno dependa de lo que los otros piensan. La comparación (indagar en qué soy mejor o peor que otros) es mezquina y parcial. Resulta estéril establecer comparaciones tomando en cuenta edad, constitución física, inteligencia natural, estado socio-económico, etc. Si yo tengo un auto y mi vecino tiene dos, se puede suponer un nivel económico superior al mío pero, ¿por qué he de involucrar mi ego en ese hecho y sentirme menos? O ¿por qué sentirme más o menos por mi apariencia, a fin de cuentas, determinada por el azar genético, independiente de mi elección? Todo autoestima cuyo soporte sea externo es falso y frágil. Yo apostaría por observar los momentos en que mi autoestima se inflama o flaquea y cuestionarme por qué está sujeta a dichos factores, así como detectar los que intervienen en mi noción de lo que está 'bien' o 'mal' en mí y por qué aumentan o mellan mi confianza, para romper su efecto. Es más clarificador hacer esto que inventarme una superioridad vulnerable al relativismo o buscar sujetarme desesperadamente a la aprobación propia o ajena basada en supuestas cualidades que yo tenga y otros no.

En síntesis, dejar de pensar en los demás y enfocarme en cómo hacerme mejor (a la caza y aceptación de mis deficiencias), según me lo permita el entorno y el alcance de mi voluntad.

jueves, 27 de febrero de 2014

El gran Jodorowsky.

[Mi pequeña diatriba hacia dicho personaje en una conversación] Me parece un personaje que explota la vena "espiritual" para lucrar con su ego y ser algo así como un gurú "sofisticado".

Es la pedantería absoluta, quiere ser todo: poeta, filósofo, cineasta, peluquero, plomero, mesero... todo quiere ser. Y que lo admiren si se saca un moco y se lo come.

Sé que la mayoría lo admira, si no toda su "obra", al menos le admiran una o dos frases que le leyeron en Twitter o le escucharon en voz de Antonio Esquinca (¡Guuaaaauuu!).

Me desagrada un tanto y no puedo sumarme ni un ápice a la euforia que extrañamente causa en la mayoría de la población. Pero siento que gran parte de sus admiradores confunden esa altanería con grandeza.

Será que lo que ofrece Jodorowsky es de fácil consumo (la frase bella e ingeniosa, la filosofía fantástica pero simplista); solo así puedo explicarme la fascinación de las masas con él. Les da algo que pueden digerir y les hace sentir especiales. No digo que sea gente tonta; más bien es gente perezosa (que no quiere pensar por si misma).

Jodorowsky es a la mente lo que una sopa instantánea al cuerpo: de consumo rápido, satisfactorio, pero que a la larga produce desnutrición.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Mi "zeitgeist" literario en 2013.

-Enero:
"Inglés idiomático 1". Eugene Long.
"El método fácil y rápido para hablar eficazmente". Dale Carnegie.

-Febrero:
"Matar un ruiseñor". Harper Lee.
"Las sandalias del pescador". Morris West.
"Tiburón". Peter Benchley.
"El parque Gorki". Martin Cruz Smith.

-Marzo:
"El hombre mediocre". José Ingenieros.
"El engaño". Alberto Moravia.

-Abril:
"Servidumbre humana". W. Somerset Maugham.
"Descansa en paz". John Ajvide Lindqvist.

-Mayo:
"Francesco: una vida entre el cielo y la tierra". Johana García.

-Junio:
"Werther". J. W. Goethe.

-Julio:
"La conquista de la felicidad". Bertrand Russell.

-Agosto:
"Metamorfosis". Franz Kafka.

-Septiembre:
"Batallas en el desierto". José Emilio Pacheco.

-Octubre:
"El guardián entre el centeno". J. D. Sallinger.

martes, 25 de febrero de 2014

Her.

El amor entre los humanos es imperfecto: se puede acabar, nos puede derrumbar o hasta destruir. Pero es irreemplazable y no se puede sustituir con artilugios tecnológicos que al final tampoco nos salvan de ser lastimados.

En el amor no hay nada seguro, pero aún así uno debe arriesgarse. Y si las cosas no resultan como hubiésemos querido, cuando menos fue una vivencia genuina o no tan ficticia.

Toda la película tiene un tono melancólico. Hasta los momentos en que él es feliz tienen un trasfondo triste. El único amor real, que le hizo sentir realmente vivo, fue el que hubo entre su esposa y él. Incluso sus recuerdos de ese amor son muy coloridos, contrastando con el resto de la película, que tiene un tono amarillento.

A fin de cuentas el amor ocurre dentro de uno, y lo proyectamos en alguien (o algo) de fuera que no siente lo que siente uno y no podemos transmitírselo por más que lo intentemos. Cada ser humano está condenado a la soledad de su propio mundo.