Lánguida y un tanto escabrosa, la escribí el año pasado en Myspace, encapsulado en un estado de ánimo bajo; pero entonces no percibía esos matices en ella:
Me gustaría tener una capacidad de observación tal que me permita describir a detalle mi mundo interior. Pero por más exacta que fuera se tornaría obsoleta pronto, porque la psique vive mutando; así que es prácticamente indefinible. Pero eso no impide un ensayo en base a ciertos rasgos persistentes.
Introvertido, incomprendido, meditativo, solitario, contradictorio, observador y a veces ingenioso. Creo ser común y corriente. Mi introversión, al ser tomada por el vulgo como soberbia, me ha castigado con un aislamiento desmedido, que por sí sola no hubiera generado.
Me he tomado el estoicismo muy en serio, no por gusto ni voluntad, sino por necesidad. Podría prescindir de él, pero lo llevo tan arraigado que se ha vuelto una directriz fundamental en mi vida... por no decir que un estorbo.
La soledad es edificante si se sabe ver, pero asfixiante sin su contraste: el tráfago, el bullicio, el estruendo. Por cierto que la soledad no es sinónimo de calma. En soledad los demonios internos no tardan en aparecer.
La inspiración es un estado que se me fue literalmente de las manos; si no me hubiera abandonado, podría decir que soy dibujante. El impulso creativo sigue latente, pero la disposición que antes fluía por mi sistema, simplemente desapareció, de lo que se deriva una decepción y un desconcierto con los cuales tendré que aprender a vivir si el "feeling" no vuelve.
El Amor es el tema universal, lo único que conmueve al hombre hasta el tuétano. Podría decirse que es el sustento del alma; sin embargo no puedo decir mucho al respecto, mas que lo considero incierto, distante e inalcanzable, y por ende un mito, una ilusión, a la cual temo me entregaré ciegamente y al máximo si se presenta como posible. Entonces será una realización, o una tragedia, o una trágica realización, o una debilidad. Le he visto acercarse vacilante...
Una de las cosas que me cuesta más trabajo es hablar de mí mismo. Por más que intento plantear un esquema sobrio, para simular cordura, tiendo a exponer ideas y complejos que me incomodan. No quiero decir que es un ejercicio penoso, pero sí una especie de exorcismo involuntario. Hay una Sombra que interviene y habla o escribe por mí, hastiada de mi pasividad y mesura, exponiendo aspectos de los cuales no me avergüenzo, pero sí me producen cierto descontento.
En síntesis: soy esquizoide.
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