Lastimosas indirectas que apremian a modificar algo en nuestra conducta que a la otra persona le resulta chocante pero no se atreve a señalar abiertamente. Esos insignificantes pero claramente perceptibles comentarios maliciosos que alimentan un odio que tarde o temprano se manifestará incontenible. Una silenciosa guerra psicológica.
Eso aguarda después del final feliz...
¡Ha-ha-haaah!
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