lunes, 7 de noviembre de 2016

Filosofía de gimnasio.

Debí entrecomillar aquello de "filosofía" ya que el término se usa para designar reflexiones más concienzudas, que conllevan una visión más acabada de la vida. Más bien debí titular esto como "mentalidad de mamado". Eso explicaría mejor lo que pretendo plasmar, aunque no se lee tan bien.

La mentalidad del mamado (en México, "mamado" se refiere a aquél cuya vida transcurre en un gimnasio hasta lograr un cuerpo morbosamente musculado) es un conjunto de ideas de auto-motivación, narcisismo y auto-exigencia que rayan en lo absurdo. Se origina en una obsesión por el desarrollo muscular como principal fuente de satisfacción en la vida. El placer máximo se obtiene al contemplarse en el espejo de modo insaciable y recibir la confirmación ajena del propio desarrollo en forma de halagos. De ahí que de una simple actividad, que no debería tomar algunos minutos al día, se convierta en un estilo de vida.

Nada hay de malo en la búsqueda de un cuerpo sano y estético. Pero en aras de la apariencia los levantadores de pesas o culturistas suelen recurrir al uso de sustancias que incrementan su masa muscular que nada tienen de sanas. Además, su sentido de lo que habría de ser un cuerpo estético se halla distorsionado. Pareciera que sufren el mismo trastorno (dismórfico corporal) que las personas anoréxicas, pero al revés: mientras aquellas siempre se ven a sí mismas obesas por más que adelgacen, éstos siempre se ven a sí mismos flacos por más que sus músculos crezcan. Así que ni salud ni estética.

El daño no solo se lo provocan a sí mismos sino a otros que incursionan en el ejercicio con pesas. El acercamiento de los profanos a dicha práctica por lo general es desventurada en estos templos del desarrollo físico. En YouTube abundan vídeos en tono cómico donde estos novatos son abandonados en el gimnasio al torpe uso de los aparatos sin previa instrucción, a veces rodeados de mamados indiferentes a su desconocimiento en la ejecución de los ejercicios, rutinas, etc. Seguramente la mayoría de estos incipientes no regresa, lo cual nos dice que estos antros son territorio exclusivo de los mamados que andan a sus anchas en ellos, sin ofrecer al menos una guía básica a los que se aventuran por primera vez.

El quid es la mentira fundamental en este "deporte": que una dieta y una rutina con pesas adecuadas bastan para producir transformaciones tipo Arnold Schwarzenegger o un tanto menores pero no menos impresionantes. Lo que los adeptos a las pesas no dicen es que, si uno aspira a esos niveles, es preciso inyectarse sustancias que aumentan el músculo como no lo haría la dieta más abundante en proteínas. Todo esto puede parecer obvio, pero aún hay quienes creen que tal desarrollo puede alcanzarse con solo voluntad, disciplina y de forma natural, es decir, con una correcta alimentación, sin necesidad de ningún "recurso extra". Una vez que alguien comienza a consumir x potenciador, lo oculta y si se lo cuestionan, lo niega mientras se presume "natural", osea, libre de esteroides.

La "filosofía" que se inculca en este medio puede resumirse en tres mandamientos:

1. "Solo los perdedores buscan 'marcarse'. Siempre hay que buscar el desarrollo máximo". En el culturismo actual no vale el ejercitarse sin aspirar a mucho. Es meterse de lleno en aras de ser el próximo Lou Ferrigno. Comprometerse con menos implica flaqueza de carácter y mediocridad.

2. "Por qué dar el 100% cuando puedes dar el 110%". Exigirse a sí mismo siempre más de lo que puede dar, explotarse a sí mismo hasta el riesgo de una lesión muscular. Esta mentalidad, lejos de empoderar o producir beneficios solo genera decepción al sembrar la noción de que nunca se esfuerza ni se logra lo suficiente. Además, la mayoría de las personas no disponen de tiempo ni dinero para una alimentación acorde a lo que esta regla demanda.

3. "El hecho es que yo tengo un aspecto impresionante. Tú no lo tienes". La defensa "definitiva" ante las críticas. Este argumento pretende esquivar el cuestionamiento sobre cómo se obtuvo semejante crecimiento, evitar el señalamiento incómodo sobre el consumo de esteroides, hormonas, etc. Apuntar al fin conseguido sin hablar de los medios, como si estos no importaran, lo cual es cobarde y deshonesto.

Admito que lo aquí escrito es una visión satírica sobre esta práctica, y el que se dedica a ella lo hallaría ofensivo. Pero no es mi intención. En el fondo, la cultura física parte de un ideal noble: mejorarse a sí mismo. Lo que es actualmente se halla tan lejos de ese ideal, que pienso merecía ser vagamente señalado. Y no es que opine desde el prejuicio y la ignorancia. Yo mismo practico ejercicio con pesas regularmente desde hace 20 años, y he visto algunos que comenzaron mucho después, transformarse en algunos meses con ayuda de esteroides. Pensaba que algo hacía yo mal. Entonces me di cuenta de la trampa. Ahora me siento satisfecho: puedo no haber logrado lo que ellos, pero cuando menos lo mio, aunque escaso, es real.


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