viernes, 27 de septiembre de 2019

Rambo: Last Blood.

La premisa es simple: hombre anacrónico y cansado tiene una última pelea para proteger a un indefenso en un mundo que no es el suyo. Planteamiento ya visto en Batman: The Dark Knight Returns, Gran Torino, Logan o Blood Father. Aquí, un Rambo ya viejo abandona su retiro para enfrentar al crimen organizado en pos de rescatar a su sobrina. Una oscura ampliación a la ruta del héroe.

Rambo Last Blood puede resultar chocante para algunos debido a su violencia extrema. En México dudo que eso signifique un punto en contra. Habituados como estamos a la violencia (la sufrimos y ejercemos muy a gusto) lo que muestra la película sigue siendo leve en comparación con cualquier video de ejecución real que circule en redes sociales.

Hay cosas que para la audiencia general quizá resulten muy ajenas. El mundo en que Rambo se interna al cruzar la frontera parecerá acorde a la ficción de tan siniestro, pero la realidad es que ese tipo de gente y lugares existen. Ocurren cosas peores que lo mostrado en la película. La escena donde miembros del crimen organizado se abren paso impunemente entre la policía no es exageración. Es conocido el vínculo entre los cárteles y el estado. Que la película lo resalte mucho no lo hace ficticio.

En lo personal siempre he encontrado agradable el arquetipo del tipo sombrío que hace justicia por mano propia. No estoy peleado con ese concepto. Death Wish, Dirty Harry, Punisher, apuntan a la necesidad del individuo por compensar la incompetencia de las autoridades. La violencia extrema a la que a veces recurren, es otra cosa.

La mayoría de las críticas a Rambo Last Blood han sido desfavorables, pero esto tiene su explicación y no es por la película en sí. Los llamados progres suelen cargar las tintas contra lo que no se aviene a su ideología. Su idea de un mundo mejor tiende a un delirio de control y censura absolutos. Buscan carcomer incluso películas hechas para mera distracción. Nada se salva de su tiranía.

Es absurdo buscar una crítica honesta, por ejemplo, en Rotten Tomatoes, que ha sido tomada por la progresía. El plan es encauzar todas las opiniones hacia su ideología hasta adueñarse de cada plataforma, para ejercer activismo desde cada una de ellas. Lo cual no implica que la película sea mala, sino que las críticas intentan socavarla por no avenirse a su narrativa.

En mi opinión, Rambo Last Blood está muy bien lograda. Te respeta como espectador al asumir que eres lo suficientemente maduro como para confrontar escenas fuertes. En cuanto a hacer rabiar a los progres, lo ha hecho excelente. Basta un veterano de guerra de 70 años con un cuchillo, para detonar la conocida indignación sobre un racismo, misoginia y conservadurismo rancio, que en este caso son inexistentes. Me explico:

Dicen que Rambo es racista: tan no lo es, que ha adoptado como familia a dos mujeres latinas.
Dicen que Rambo es misógino: tan no lo es, que arriesga su vida en un entorno peligroso para salvar a su sobrina del crimen organizado.
Dicen que Rambo es machista: tan no lo es, que siente empatía y afecto. Cuando atacan a uno de los suyos, lo defiende.
Dicen que Rambo es conservador: no hay apología velada o explícita al gobierno de Donald Trump.

Según los progres, la masculinidad es un patrón de conducta dañino que debe desaparecer. Su propuesta es un patrón opuesto, que nos convirtamos en pequeños hombrecitos apagados y sumisos: niños soya faltos de testosterona. Consideran que Rambo es un personaje fuera de su tiempo, que trae al presente el peligroso arquetipo de tipo duro, auto suficiente y resuelto.

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